viernes, 13 de junio de 2008

Tres peligros del Irán nuclear

Tras años de negociaciones sobre su programa atómico, algo queda ahora claro: el régimen de Irán no está dispuesto a renunciar a su programa nuclear. Su interés se remonta a hace años, no responde a una bravuconada coyuntural o a una necesidad estratégica. Las declaraciones de los responsables del régimen iraní no dejan lugar a dudas: no quieren ningún trato y consideran que su derecho al programa nuclear es innegociable. Este es el mensaje que llevan años transmitiendo a la comunidad internacional.

Actualmente, los iraníes están teniendo algunas dificultades técnicas con las centrifugadoras, que están funcionando por debajo de lo necesario para alcanzar el grado de enriquecimiento para uso militar. Las sanciones internacionales están entorpeciendo el programa, pero no lo paralizan. No obstante, es incuestionable que Irán avanza poco a poco hacia su objetivo. Las estimaciones más pesimistas hablan de dos años, y las más optimistas, de diez.

Es necesario comenzar a pensar qué hacer ante una posibilidad que es cada vez mayor. Las implicaciones regionales y mundiales de un Irán nuclear, sobre todo con un régimen como el de los ayatolás, hacen que ese escenario sea del todo inaceptable, dibujando escenarios a cada cual peor.

En el mejor de los casos, Irán utilizaría la bomba sólo como capacidad de disuasión ante sus enemigos o rivales, en Occidente o en cualquier otra zona. Si así fuera, empujaría a sus vecinos sunís a buscar el equilibrio estratégico, rearmándose. Enemigos, adversarios y rivales, se dotarían a sí mismos con el arma atómica. Aun si usara el arma en sentido "clásico", un Irán nuclear alimentaría la proliferación nuclear en la zona, con múltiples e inestables actores.

Actores múltiples e inestables, cada uno de ellos con un arsenal nuclear limitado, con lo que la estrategia nuclear derivaría de la disuasión nuclear a la estrategia del primer y único golpe. Así, los riesgos de que la humanidad se viera inmersa por primera vez en la historia en una guerra nuclear serían altos, y sujetos a la inestabilidad política y estratégica de la zona.

La segunda opción es que Teherán tuviese peores intenciones respecto a su programa nuclear. En este caso, podría colocar a Hezbolá en el Líbano o a Hamás en Gaza bajo su protección nuclear. Pondría así a Israel en una posición imposible, maniatado en su defensa, con unos grupos terroristas actuando libremente y gozando del paraguas nuclear iraní. El reforzamiento de estos grupos islamistas sería un hecho, al que seguiría el reforzamiento de los demás grupos islámicos de la zona.

El tercer escenario es aún más peligroso para los países occidentales, y consiste en la posibilidad de que Irán proporcione componentes nucleares al terrorismo islámico. Podría utilizar la bomba atómica sin tener que dar la cara por ello. Existiría la posibilidad real de un holocausto atómico en Europa o Estados Unidos, o incluso la de volatilizar Israel con un ingenio nuclear, paralizando de paso la posible respuesta europea.

Las combinaciones entre los tres escenarios son múltiples. La posibilidad de una respuesta militar es real, aunque su problema reside en la gestión política, sobre todo con la situación interna y los calendarios electorales de los países implicados. Desgraciadamente, las posibilidades de la comunidad internacional se van cerrando conforme pasa el tiempo. Cada vez cuenta más el cuándo que el cómo.

Fuente : Libertad Digital

domingo, 1 de junio de 2008

La crisis del populismo americano

Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa se propusieron llevar adelante una “revolución bolivariana” en la que prometían no habría violencia, sería pacífica y permitiría un mayor bienestar a su población.

A la luz de los hechos, los regimenes políticos que encabezó cada mandatario se encuentran en crisis.

Venezuela

El presidente Hugo Chávez quizá sea el presidente más emblemático de los tres. Es el más radicalizado de los mandatarios de la región, al tiempo que ha sido aquel que más profundamente instaló el “modelo bolivariano”.

La paradoja, sin embargo, es que en el marco de un precio record del petróleo a nivel mundial, y siendo uno de los principales exportadores de crudo del mundo, el PBI venezolano cayó en ultimo año, nada menos que un 4%, es decir que sufrió una reducción a la mitad la tasa de crecimiento que registraba Caracas.

Por otro lado, la inflación alcanza picos cada vez más violentos, llegando a acumular un 10% en lo que va de 2008, con una tasa inflacionaria superior al 25% el año pasado.

Asimismo, los controles de precios que ha impuesto el gobierno solo han profundizado una tendencia al desabastecimiento, además de generar, en el caso de la ganadería, un aumento exorbitante en las importaciones, dado que con las regulaciones es imposible tener una producción que satisfaga la demanda.

Por otro lado, día a día crecen las denuncias por ataques a la prensa, a la libertad de expresión y en el seno del oficialismo, a la libertad de disentir. El caso de RCTV, es por demás iluminador, donde la oposición al gobierno generó la estatización de la emisora.

Bolivia

Evo Morales, por su parte, fue uno de los precursores del “modelo chavista”, o si se quiere, un continuador del régimen “bolivariano”, prometiendo sin embargo que la “refundación del país” acabaría con la profunda polarización que atraviesa el país.

Lamentablemente, esto no fue así, sino que las estatizaciones en el sector de los hidrocarburos y las modificaciones de carácter constitucional que quiso introducir a la Carta Magna de Bolivia, terminaron generando un quiebre social aún más profundo.

Mientras los prefectos (gobernadores) opositores, llevan adelante consultas departamentales para defender las autonomías contempladas en la Constitución, el oficialismo insiste en imponer el modelo político que el oficialismo en soledad aprobó en la Asamblea Constituyente, finalizada en noviembre pasado.

Esa situación ha producido que los enfrentamientos callejeros vuelvan a ser moneda corriente y las condiciones de vida se deterioren profundamente.

De esta manera, las regiones realizaran alrededor de cinco consultas autonómicas mientras que a nivel nacional se realizará un referéndum revocatorio respecto de la gestión de Morales. Todas estas medidas serán antes de agosto, y probablemente ninguna de ellas resuelva la crisis profunda que atraviesa Bolivia.

Ecuador

Rafael Correa, ha sido probablemente el más silencioso de los tres casos. Si bien nunca negó su alineamiento político con la “Alianza Bolivariana”, aparecía como el más moderado. Pero la combinación del proceso constituyente que llevó adelante junto con la crisis con Colombia terminó por sacar a la luz, la crisis ecuatoriana.

El proyecto constitucional aprobado por la Asamblea, dominada por el oficialismo, en donde se plasmaban los cambios “estructurales” y que convertirían a la economía en “solidaria y social”, debe ser sometido a una consulta popular que para imponerse, debe obtener al menos el 50% de los votos, algo que de acuerdo a los sondeos, Correa no logrará, y en el mejor de los escenarios cosecharía el apoyo del 41% de los sufragantes.

Por otro lado, el ataque de Colombia al campamento de las FARC en su territorio, donde murió Raúl Reyes junto a 23 personas más, en un principio lo posicionó en un mejor lugar para su imagen positiva. Pero a medida que se fueron conociendo más detalles del caso, el mandatario fue sospechado de vínculos con la guerrilla, algo que deslegitimó en cierta medida su proyecto político.

En conclusión, el populismo en la región se encuentra en crisis, producto del camino que esos mismos gobiernos decidieron tomar, con una retórica explosiva, medidas económicas de caracteres ideológicos pero poco eficientes y una política de confrontación, hacia la oposición y hacia otros países. El populismo se encuentra en crisis porque ha llegado al límite de su política.

Fuente : Infobae