Tres peligros del Irán nuclear
Tras años de negociaciones sobre su programa atómico, algo queda ahora claro: el régimen de Irán no está dispuesto a renunciar a su programa nuclear. Su interés se remonta a hace años, no responde a una bravuconada coyuntural o a una necesidad estratégica. Las declaraciones de los responsables del régimen iraní no dejan lugar a dudas: no quieren ningún trato y consideran que su derecho al programa nuclear es innegociable. Este es el mensaje que llevan años transmitiendo a la comunidad internacional.
Actualmente, los iraníes están teniendo algunas dificultades técnicas con las centrifugadoras, que están funcionando por debajo de lo necesario para alcanzar el grado de enriquecimiento para uso militar. Las sanciones internacionales están entorpeciendo el programa, pero no lo paralizan. No obstante, es incuestionable que Irán avanza poco a poco hacia su objetivo. Las estimaciones más pesimistas hablan de dos años, y las más optimistas, de diez.
Es necesario comenzar a pensar qué hacer ante una posibilidad que es cada vez mayor. Las implicaciones regionales y mundiales de un Irán nuclear, sobre todo con un régimen como el de los ayatolás, hacen que ese escenario sea del todo inaceptable, dibujando escenarios a cada cual peor.
En el mejor de los casos, Irán utilizaría la bomba sólo como capacidad de disuasión ante sus enemigos o rivales, en Occidente o en cualquier otra zona. Si así fuera, empujaría a sus vecinos sunís a buscar el equilibrio estratégico, rearmándose. Enemigos, adversarios y rivales, se dotarían a sí mismos con el arma atómica. Aun si usara el arma en sentido "clásico", un Irán nuclear alimentaría la proliferación nuclear en la zona, con múltiples e inestables actores.
Actores múltiples e inestables, cada uno de ellos con un arsenal nuclear limitado, con lo que la estrategia nuclear derivaría de la disuasión nuclear a la estrategia del primer y único golpe. Así, los riesgos de que la humanidad se viera inmersa por primera vez en la historia en una guerra nuclear serían altos, y sujetos a la inestabilidad política y estratégica de la zona.
La segunda opción es que Teherán tuviese peores intenciones respecto a su programa nuclear. En este caso, podría colocar a Hezbolá en el Líbano o a Hamás en Gaza bajo su protección nuclear. Pondría así a Israel en una posición imposible, maniatado en su defensa, con unos grupos terroristas actuando libremente y gozando del paraguas nuclear iraní. El reforzamiento de estos grupos islamistas sería un hecho, al que seguiría el reforzamiento de los demás grupos islámicos de la zona.
El tercer escenario es aún más peligroso para los países occidentales, y consiste en la posibilidad de que Irán proporcione componentes nucleares al terrorismo islámico. Podría utilizar la bomba atómica sin tener que dar la cara por ello. Existiría la posibilidad real de un holocausto atómico en Europa o Estados Unidos, o incluso la de volatilizar Israel con un ingenio nuclear, paralizando de paso la posible respuesta europea.
Las combinaciones entre los tres escenarios son múltiples. La posibilidad de una respuesta militar es real, aunque su problema reside en la gestión política, sobre todo con la situación interna y los calendarios electorales de los países implicados. Desgraciadamente, las posibilidades de la comunidad internacional se van cerrando conforme pasa el tiempo. Cada vez cuenta más el cuándo que el cómo.
Fuente : Libertad Digital