Constitucion muerta en Bolivia
UNA Constitución es el conjunto de reglas básicas para el funcionamiento de una sociedad y en un contexto ideal debería ser, por tanto, aceptada por todos sus miembros. Una Constitución aprobada solamente por la parte oficialista de la Asamblea de Bolivia, reunida ésta en un cuartel a puerta cerrada para no permitir la participación de los discrepantes, no puede decirse que sea un instrumento de consenso ni que vaya a servir para la concordia de ningún país. Evo Morales y su Movimiento Al Socialismo (MAS) han decidido que puesto que no podían persuadir a una mayoría significativa con sus argumentos, no les quedaba más remedio que imponerlos por la vía de los hechos consumados. No se puede justificar la reacción violenta de los opositores, pero es evidente que el Gobierno boliviano es el principal responsable de que se haya producido una explosión social de protesta que ya está costando la vida a mucha gente.
Hace dos años que Morales está en el poder y en este tiempo la economía boliviana no ha mejorado en absoluto ni se ha aprovechado de las condiciones favorables en los mercados mundiales para sus principales productos: gas y minerales. En el vecino Perú, por ejemplo, los dos últimos gobiernos a los que Morales abomina por «neoliberales» han logrado reducir la pobreza en diez puntos. En Bolivia hay inflación y no aumenta el empleo. La decisión más emblemática de esta legislatura, la nacionalización de los hidrocarburos, sólo ha servido para frenar la llegada de inversiones externas y para impedir que el país se beneficiase de las extraordinarias condiciones del mercado internacional de la energía. En lugar de ello, el gas está racionado para los bolivianos y empiezan a escasear productos de primera necesidad en las tiendas.
Después de un siglo XX francamente desastroso, en el que hubo en Bolivia más golpes de Estado que años, la idea de refundar en serio las estructuras políticas del país no era mala, si no fuera porque en lugar de haber buscado el consenso positivo de la sociedad y el mundo de hoy, ha acabado siendo inspirada por ideologías censurables como el racismo indigenista o simplemente caducadas como el socialismo totalitario. Desde su llegada al poder, Morales ha preferido la dependencia política y doctrinaria del caudillo venezolano Hugo Chávez, y quién sabe si este gesto irracional de aprobar a golpes su Constitución no se debe al temor de que el día 2 de diciembre Chávez no pudiera ver aprobada la suya, con lo que podría perder su principal respaldo estratégico. Cuando un gobierno no sabe qué hacer -y en eso son iguales Chávez o Evo Morales- suele utilizar el mito del cambio, de la utopía o incluso de la revolución como pura estratagema. El cambio por el cambio no lleva a ninguna parte, solamente a desgastar la esperanza de que un país prospere. Y en Bolivia, si lo que se ha aprobado es una Constitución, tiene todos los visos de haber nacido muerta.
Fuente : ABC
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