viernes, 16 de febrero de 2007

Bienvenidos a Palestina

Pocas cosas reciben más apoyo en la arena diplomática que la noción de que es fundamental establecer un Estado palestino. Los líderes mundiales están tan ocupados hablando de lo esencial que es erigir un Estado palestino que, al parecer, no se han dado cuenta de que ya hay un Estado palestino.

Dicho Estado fue oficialmente fundado en el verano de 2005, cuando Israel sacó de la franja de Gaza a sus militares y a su población civil y, por lo tanto, estableció el primer Estado palestino completamente independiente de que haya tenido noticia la Historia. Además, Israel ha creado en el norte de Samaria las condiciones para el establecimiento de un Estado similar destruyendo cuatro comunidades israelíes y limitando sus operaciones militares en la zona.

Así pues, repito: los activistas y hombres de Estado que proclaman abiertamente su compromiso con el establecimiento de un Estado palestino soberano pasan por alto el hecho de que Palestina, de hecho, ya existe. Y es una pesadilla.

En el Estado de Palestina, el 88% de la gente se siente insegura; puede que el 12% restante lo conformen los integrantes de la plétora de milicias regulares e irregulares. Y es que, en el Estado de Palestina, la proporción de policias/milicianos/hombres armados es superior a la registrada en cualquier otro país.

En el Estado de Palestina se asesina a los niños de dos años sin que a nadie le importe. A los niños se les despierta en mitad de la noche y se les da muerte delante de sus padres.
En el Estado de Palestina, los fieles que acuden a la mezquita A son tiroteados por terroristas que acuden a la mezquita B; y a nadie le importa. No hay organización internacional alguna que publique informes en que se pida el final de las matanzas. La ONU no condena a nadie ni envía misiones de investigación para que los crímenes sean esclarecidos.

En el Estado de Palestina se desnuda a las mujeres y se les obliga a desfilar por las calles con el fin de humillar a sus maridos. Se detiene a las ambulancias que van camino de los hospitales y se tirotea a sangre fría a las personas que trasladan aquéllas. Los terroristas entran en los quirófanos y desconectan a la gente de las máquinas.

En el Estado de Palestina la gente es secuestrada de sus hogares a plena luz del día y delante de las cámaras de televisión. Esto puede pasar porque los propios secuestradores hacen las veces de cámaras. De hecho, con frecuencia son sus jefes los que controlan las cadenas de televisión. Dado que los terroristas controlan las televisiones, a nadie debería sorprender que se dediquen a volar las cadenas de la competencia. Hamás ataca a quienes se anuncian en la radio de Al Fatah, y cierra las emisoras de ésta porque, dice, desde sus micrófonos se incita al crimen. De hecho, incitan al crimen. ¿Qué otra cosa cabría esperar de una emisora comandada por terroristas?

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